sábado, 19 de febrero de 2011

Yeso de Tortuguita


Y se puso el disfraz. Y bailó como nunca. Y pisó mal. Y se cayó.
Y se fracturó la clavícula.

En fin, son chicos y estas cosas pasan, pero inevitablemente cuando le pasan a uno no se entienden razones. Salimos todos corriendo a la guardia a la noche. Nos tocó un médico mala onda. La miró y dijo que no tenía nada. Volvimos tranquilos.
A la mañana siguiente no podía levantarse de la cama.

Carnet, suegra, auto, guardia, placa, yeso.

Horrible.

Me sentí muy mal por haberla llevado a la guardia de un hospital (con la excusa que llovia) y no a la de la obra social en la misma noche que se cayó. Por creerle a ese médico que no tanía ganas de atendernos. Por haber considerado que un poco mentía. Le dolía y ella me lo decía y yo, le creí a ese médico.


Te pido perdón con toda mi alma, aunque se que vos ni te enteraste de lo mal que me siento. Y lo sé porque seguís con el disfraz puesto. Seguís corriendo, saltando, jugando y diciendome cada cinco minutos: "Te quiero mami!" a pesar de tu yeso.

Yo también te quiero, y con toda mi alma!

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